Me quedo esperando en el umbral de la puerta a que toque el timbre de entrada a las clases, aun angustiado por mi comienzo con el profesor. De repente siento que alguien me da unos suaves toquecitos en el hombro y giro la cabeza. Es Sebastian, mordisqueando media tostada a mi lado. Su pelo rojo, ojos ambarinos y piel dorada como el oro.
-¡Buenos días Mat! ¿Qué haces aquí esperando?- me muestra una sonrisa de oreja a oreja.
-El profesor me ha echado de clase por llegar demasiado pronto- suelto un bufido con desagrado y me revuelve el pelo,
-Siempre haces ese tipo de amistad con los profesores, no tienes que ponerte a refunfuñar- dice mi amigo, siempre risueño,
-Tienes razón, pero este año pienso estudiar y sacar buenas notas como tu y los demás- le devuelvo la sonrisa,
-Me gusta esa actitud entusiasta- de repente suena el timbre y entramos en clase.
Sebastian se sienta a mi lado en una de las últimas filas y delante se ponen otros dos chicos, que no están nada mal. El de la derecha tiene un pelo castaño y lacio, ojos verdes como la hierva, mirada paciente y sosegada, fuerte, un poco moreno de piel pero suave y sedoso como terciopelo; el de la izquierda es completamente rubio con ojos color avellana, mirada alegre y vívida, delgado, pero con algo de músculo. En esto que miran hacia atrás.
-¡Hola!-nos dice el rubio con voz risueña, mientras el otro se limita a sonreírnos y saludar con la mano.
-Hola- digo yo,
-Encantado, soy Sebastian- mi amigo le tiende una mano al rubio, y éste la estrecha; luego repite lo mismo con el moreno,
-Yo soy Mat, pero no soy tan formal como para ofrecerte mi mano- entonces levanto ligeramente la barbilla, dándole un toque más arrogante. Es mi técnica: primero tengo que ganarme su confianza siendo simpático y gracioso, después busco alguna grieta en su heterosexualidad por pequeña que sea y ya es mío. Perfecto.
-¡Mi nombre es Jack! Me gusta tener compañeros amigables- el rubio me sonríe y luego mira al moreno,
-yo me llamo Braul, encantado- muestra una espléndida y cálida sonrisa acompañada de una voz grave y suave. Suena un fuerte estruendo y todo el mundo se calla y se pone recto como un palo, pero ¿qué ha hecho ese rui...? mis dudas quedan solucionadas cuando veo al profesor de antes mirando con ojos furtivos a todo los niños de la clase.
-Soy el Profesor Fraid, y seré vuestro tutor durante este curso- dice éste, con voz severa, -si queréis saber lo que tenéis que hacer este curso para aprobar, solo abrid el libro y estudiad. Yo no pienso perder ni un solo segundo con ningún liante, así que el que no quiera atender en esta clase que se marche ahora-
El Prof. Fraid señala la puerta y se pasea la mirada por la estancia. Yo estoy quieto y recto como un soldado en la escuela militar, y espero que los dioses me protejan para que no me tenga manía... Sebastian me acaba de pasar una nota, la abro: ''vaya con este profe, creo que va a ser un curso muy largo''.
Me acerco a él y le susurro lo mas bajo que puedo: -¿me puedes prestar un lápiz por favor?-
De repente la mirada del Prof. Fraid se clava sobre mi y me atraviesa. Luego me señala.
-Salga de clase- me pregunto donde habré oído esa frase esta mañana...
-Pero, sólo le estaba pidiendo un lápiz- protesto,
-Trae tu propio lápiz para esa nota que te acabas de guardar en el bolsillo haciendo amistades-
¡Vaya vista! ¿Cómo me ha visto? y más preocupante, ¿cómo demonios me ha oído, si casi ni me ha escuchado Sebastian? Uf, creo que este curso lo voy a pasar realmente mal. En fin, tendré que salir sin rechistar. ¡Pero esto no va a quedar así, Profesor Fraid!
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